Hablemos de Inteligencia Emocional
Los conocimientos técnicos son importantes, pero si se conjugan con habilidades y competencias soft, nos ayudarán a desenvolvernos mejor en el entorno laboral.
Saber gestionar emociones es indispensable para gestionar personas en una empresa y la Inteligencia Emocional se posiciona como una de las competencias cada vez más necesarias. Desarrollarla, nos ayuda a saber interpretar cada una de las situaciones a las que uno está expuesto para actuar de conforme, adaptándose al interlocutor e ir moldeando escenarios.
Daniel Goleman, impulsor del concepto, definió la Inteligencia Emocional, como «la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno/a mismo/a y de los demás, de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios».
Además, Goleman, nos aclara que la inteligencia intelectual (IQ), al contrario de lo que se piensa, tan solo representa el 20 % del éxito de una persona; el otro 80 % se corresponde con la inteligencia emocional (IE).
Las habilidades principales de la Inteligencia Emocional
Por su parte, Mayer y Salovey, destacaron 4 habilidades que son fundamentales en el desarrollo de la Inteligencia Emocional:
- Consciencia de uno mismo: ser conscientes de las emociones propias y ajenas.
- Asimilación: estar abiertos a las emociones e integrarlas.
- Empatía: entender el significado de las emociones de los demás.
- Gestión de relaciones: regular (aumentar, disminuir o cambiar) las emociones propias y ajenas, siendo capaz de influir y aconsejar a otras personas.
Estas cuatro habilidades están entre las competencias que las empresas reclaman hoy en día en sus trabajadores y que en los másteres de IFFE se trabajan a través del programa de Soft Skills.
Destacar que, si coincidimos en el entorno laboral con alguien que tenga desarrolladas estas habilidades, esta persona será una pieza clave e imprescindible por su capacidad de gestionar los conflictos, mantener momentos de tensión bajo control, crear un ambiente de trabajo positivo, contagiar la motivación al logro colectivo y llevar a cabo una gestión del cambio adecuada.
Entre las técnicas que podemos implementar y que nos ayudarán a desarrollar la Inteligencia emocional en el trabajo están la comunicación asertiva, el lenguaje corporal, la escucha activa, la reflexión y el análisis de situaciones.
Toma nota ¡y recuerda que tu capacidad para aprender y desarrollar tus habilidades e inteligencia emocional…depende de tu actitud!