La dieta mediterránea se ha posicionado a nivel mundial como un referente en salud y bienestar. Decenas de estudios acreditan los beneficios saludables de esta dieta, donde grasas saludables como el aceite de oliva virgen, frutas, verduras y hortalizas juegan, junto al pescado y los cereales, un papel fundamental que se traduce en menores índices de obesidad, diabetes y riesgo cardiovascular.
Menos reconocida aunque cada vez más notoria, es la denominada dieta atlántica, que se extiende en la costa atlántica europea, con distintas variaciones entre latitudes, y es particularmente destacable en el noroeste de España y norte de Portugal.
Esta dieta se caracteriza por fuentes de proteína de alto valor biológico como el pescado, los moluscos, crustáceos y cefalópodos, que contienen minerales poco frecuentes en otros alimentos (selenio, yodo, zinc), buenos niveles de vitamina D y grasas saludables de enorme valor para la salud, como los ácidos grasos Omega 3. También se beneficia de una extraordinaria huerta, con productos como los grelos (un superalimento), los repollos, los tomates, las frutas de temporada y la patata; como fuentes primarias de hidratos de carbono saludables, ricos en fibra, antioxidantes y vitaminas. No debemos despreciar tampoco un dato estadístico llamativo: en estas regiones se consume más aceite de oliva virgen extra que en otras geografías con tradición productiva de esta grasa saludable. Por último, el modo de cocinar los alimentos, con cocciones y horneados suaves, facilita la preservación de las propiedades de los alimentos y la no aparición de productos secundarios perniciosos para la salud.
No es casual que Galicia y el norte de Portugal exhiban la mayor esperanza de vida de Europa e igualen incluso a las regiones de Japón que ostentan la mayor esperanza de vida del planeta. Entenderemos mejor las bondades de la dieta atlántica sobre la esperanza y calidad de vida si tenemos en cuenta que la principal causa de defunción a nivel global sigue siendo la patología cardiovascular, que la diabetes es una de las diez causas de muerte más frecuentes en el mundo desarrollado y que la prevalencia de determinados tipos de cáncer como el de colon se incrementa fuertemente en nuestra sociedad.
Si bien la alimentación no es el único hábito que podemos modificar para mejorar nuestra salud física y mental, sí es probablemente el más importante, puesto que debemos alimentarnos cada día para poder vivir y comer constituye, además, una fuente de placer para la mayoría de las personas. En este contexto, la exigencia a la que nos somete la sociedad actual dificulta cada vez más el poder obtener alimentos frescos, de proximidad y que se preparen cuidadosamente. Bien por cuestiones de disponibilidad de tiempo o de índole económico, la sociedad ha tendido al consumo de alimentos procesados industrialmente, en ocasiones con escaso valor nutricional.
Ante este cambio en el estilo de vida y en nuestros hábitos alimenticios -acelerado durante los últimos 30 años pero con origen en la revolución industrial- existe un déficit nutricional silencioso a nivel global, que acarrea desastrosas consecuencias para la salud. Se trata de la deficiencia de ácidos grasos omega 3 de cadena larga (EPA y DHA), con propiedades antiinflamatorias y el exceso de ingesta de ácidos grasos omega 6, con propiedades inflamatorias y presente en la mayoría de los alimentos procesados, el aceite de girasol y la carne roja. Si bien los Omega 6 son ácidos grasos esenciales, también necesarios, es importante destacar que debemos ingerir cantidades equivalentes entre estos dos grupos de ácidos grasos Omega 3 y Omega 6, como aconseja la Organización Mundial de la Salud, que recomienda no superar un ratio de desproporción mayor a 1:4, entre los omega 3 y omega 6, respectivamente. De hecho, el Omega 3 es uno de los nutrientes esenciales con mayor consenso y número de publicaciones científicas acerca de sus beneficios para la salud, en particular en el ámbito cardiovascular y cognitivo.
El problema es que, incluso en España donde predomina la dieta mediterránea, el ciudadano medio ingiere entre 10 y 20 veces más Omega 6 que Omega 3, facilitando la aparición de un estado de inflamación silenciosa que acaba manifestándose en distintas patologías, no sólo en forma de dolencias físicas, sino también mentales.
En distintos países desarrollados se han realizado estudios para determinar las causas por las que la población no consume más pescado -la principal fuente de ácidos grasos Omega 3 de cadena larga- concluyendo que los dos principales factores limitantes son el económico (se considera caro por la mayoría de los encuestados) y el de conveniencia, entendida como la facilidad y comodidad para su consumo, limitada por su carácter perecedero y la necesidad de prepararlo adecuadamente.
Ante esta tesitura, los científicos llevan décadas desarrollando conocimiento en el ámbito biotecnológico para producir aceites de pescado y alga con altos contenidos de ácidos grasos poliinsaturados Omega 3 que aporten todos los beneficios para la salud que nos brinda el mar, en formas de consumo cómodas y asequibles para la sociedad actual y sin los riesgos derivados de la contaminación por metales pesados y PCBs que afecta a mucha especies marinas a día de hoy.
Si pensamos en una región que aúne una industria pesquera de vanguardia internacional, unos recursos naturales privilegiados, con miles de kilómetros de costa y una de las floras y faunas marinas más biodiversas del mundo; un sector biotecnológico pujante, con empresas fuertemente innovadoras y sustentado por Universidades de enorme prestigio y una política pública decidida de apoyo a la consolidación del sector; probablemente entenderemos por qué Galicia debe ser un polo internacional de referencia en la producción de lípidos marinos de interés como los Omega 3.
Es por ello que desde IFFE Futura promovemos la puesta en marcha de la mayor planta de producción de ácidos grasos omega 3 de nuestro país, IFFE Biotech, en el municipio de As Somozas, para brindar a la industria alimentaria, veterinaria y farmacéutica lo mejor del mar y facilitar un cambio de hábito a todas aquellos consumidores que deseen mejorar su salud y bienestar. Nuestra planta cuenta con la más avanzada tecnología para garantizar los mayores estándares de calidad de los aceites y está preparada para proveer distintos formatos de aceites de pescado y microalgas que satisfagan todas las necesidades del sector, desde la producción de ingredientes aptos para alimentación infantil hasta soluciones de nutrición personalizada para nutracéuticos de última generación y medical foods.