La población mundial sigue envejeciendo a pasos agigantados, en 2050 las personas mayores de 60 años serán un 22%, el doble que el año 2000 , en medio siglo habrá más personas octogenarias y nonagenarias que nunca antes en la historia de la humanidad.
En España, con una media de 83 años, nos situamos como segundo país con mayor esperanza de vida al nacer entre los países de la OCDE, según su último informe publicado , tan sólo superado por Japón que alcanza los 83,9 años.
Galicia con 82,63 años se situaría en el cuarto puesto de ese ranking, sin embargo, el hecho de prácticamente 1 de cada 3 personas en edad adulta sea mayor de 60 años, pone de relieve la importancia de este segmento de la población para casi todos los sectores de la sociedad, convirtiéndose probablemente en la mayor transformación social del siglo XXI.
La salud en la vejez
Alargar la esperanza de vida es una oportunidad para emprender nuevas actividades, estudios, aficiones,…. y seguir realizando aportaciones de gran valor a la familia y a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, vivir más no es sinónimo de vivir mejor, hay un factor que condiciona el bienestar de este segmento más longevo de la población: la salud.
Los principales problemas de salud que afectan a las personas de edad avanzada son enfermedades no transmisibles, siendo las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, cáncer y neumopatías crónicas, las principales causas de fallecimiento en los ancianos. Sin embargo, la salud de este segmento de población se ve afectada por otras enfermedades que causan discapacidad, deterioro sensorial y dependencia, como los trastornos depresivos, la diabetes, demencia y la artrosis, entre otras.
La salud en la vejez depende de múltiples factores, la mayor parte provienen del entorno físico y social en el que se ha desarrollado su vida y en dónde ha adquirido sus hábitos de salud. No obstante, algunas variaciones en la salud pueden reflejar su herencia genética.
Para el año 2050 se pronostica que la cantidad de ancianos dependientes se multiplicará por cuatro en los países en desarrollo, según datos de la OMS. La necesidad de asistencia a largo plazo está aumentando puesto que muchos ancianos de edad avanzada pierdan la independencia al padecer limitaciones de movilidad u otros problemas físicos o mentales. Muchos de ellos necesitarán alguna forma de asistencia a largo plazo, desde cuidados domiciliarios o comunitarios hasta reclusión en asilos o estadías prolongadas en hospitales.
A medida que las personas vivan más tiempo, se producirá un aumento espectacular de casos de demencia, como por ejemplo el Alzheimer. El riesgo de padecer algún tipo de demencia aumenta con la edad y se calcula que cerca del 30% de la población mayor de 85 años padecen ya un cierto grado de deterioro cognoscitivo y en muchas ocasiones, la familia no recibe ningún tipo de ayuda gubernamental para contribuir a cuidar de estos pacientes en casa.
Combatir la discriminación por razones de edad
En la actualidad, podría haber más discriminación por razones de edad que por el sexo o la raza. Siempre se habla de crear medidas para potenciar la conciliación laboral para el cuidado de los hijos, pero nunca para el cuidado de los padres. No está socialmente aceptado que se tenga que pedir permiso en el trabajo para cuidar a tus mayores, por lo que esta discriminación no sólo afecta a las personas de edad avanzada, sino que ocasiona graves consecuencias a su entorno más cercano y a la sociedad en general en dónde los prejuicios y actitudes perpetúan esta situación que dificultan la adopción de políticas más racionales a favor de una mejor calidad en la atención sanitaria y social hacia las personas mayores.
Envejecimiento saludable
Pero para poder aplicar medidas integrales de salud pública se debe replantear por completo nuestra concepción de la salud en la vejez. El concepto de salud en la edad avanzada no debe entenderse meramente como la ausencia de enfermedad. El concepto de envejecimiento saludable debe contemplar dos conceptos importantes: la capacidad intrínseca – combinación de todas las capacidades físicas y mentales que un individuo puede utilizar en un determinado momento – y la capacidad funcional – relación entre el individuo y el entorno en el que vive y cómo interactúan. A partir de estos dos conceptos, la OMS define Envejecimiento Saludable, como “el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez”, es decir que el individuo sea capaz de hacer durante el máximo tiempo posible aquellas actividades que le interesan, a las que realmente les damos valor.
Para ello es fundamental entender el gasto social y sanitario dedicado a los ancianos como una inversión que permite ofrecerles la oportunidad de seguir realizando contribuciones positivas a la sociedad.
En este sentido, es prioritario que los sistemas de salud se adapten a las necesidades de la población de más edad con servicios integrados y específicos para ayudar a conservar sus capacidades intrínsecas y funcionales.
Los 70 no son los nuevos 60
Cuántas veces hemos oído esta frase: “Los 70 años de ahora son como los 60 de antes”, una suposición asociada al envejecimiento, que las personas mayores de hoy gozan de una salud mejor que las de sus padres o abuelos. Aunque pudiera parecer algo positivo y cierto, la realidad nos dice que no es así. Si una persona de 70 años hoy tiene la misma salud que una de 60 del pasado, podría concluirse que las personas de 70 de hoy están en mejores condiciones para valerse por sí mismas y así no habría necesidad de tomar medidas políticas para ayudarlas.
Además el envejecimiento biológico no siempre se corresponde con los años. Existen personas de 80 años con unas facultades físicas y mentales que nada tienen que envidiar a muchos veinteañeros y sin embargo, otras personas sufren un deterioro significativo a edades mucho más tempranas.
Aunque es cierto que los 70 todavía no son los nuevos 60, podemos pensar que en un futuro no hay razón para que no pueda ser así, pero para que esto suceda se requerirá un plan de acción en la salud pública más concentrada en el envejecimiento.