En 2019 Sandra López Villasuso fue nombrada directora general de IFFE Business School. Hablamos con ella para conocer un poco más de cerca su realidad y la de la escuela.
Sandra López
Directora general IFFE Business School
A Coruña, 1977. Licenciada en Matemáticas, con especialidad en Estadística e I.O. (USC), Máster en Banca y Finanzas (UdC), Máster en Gestión de Riesgos Financieros (Instituto BME).
Inicia su carrera profesional en Banca donde ha desarrollado parte de su trayectoria en proyectos de integración y gestión de modelos de riesgo financiero. Desde 2014 ha desarrollado su carrera profesional en IFFE Business School, asumiendo la dirección general desde hace 2 años.
Desde siempre ha sido una apasionada de las matemáticas, la tecnología y los datos.
La maternidad le ha aportado más paciencia y unas ganas inmensas de mejora continua. “El ejemplo es el mejor legado”.
Tras 2 años ya como Directora General, celebró los 10 años de trayectoria de IFFE Business School, amplió su oferta formativa, enriqueció la Experiencia IFFE y sorteó una pandemia mundial.
Venías de un sector totalmente diferente, ¿Por qué apostaste por la formación?
Cuando estaba estudiando la carrera de Matemáticas, la mayoría de mis compañeros tenían clara su vocación docente, pero yo siempre antepuse adquirir experiencia en el ámbito empresarial, convencida de la aplicación que nuestra disciplina tiene en numerosos sectores. Con el tiempo, conforme mi trayectoria profesional me permitió acopiar experiencia, desarrollé yo también una vocación orientada a la transferencia del conocimiento en todas sus dimensiones, tanto en el ámbito de la consultoría como en el de la formación. Esa formación eminentemente práctica, y emanada de la experiencia real orientada a resultados es la que realmente me motiva.
Tras 10 años de trayectoria, IFFE ha sido testigo de todo lo que ha cambiado y evolucionado el contexto económico y empresarial en Galicia ¿En qué punto nos encontramos ahora?
Todos somos conscientes de que la pandemia por el Covid-19 lo ha cambiado todo. Es una suerte de punto y aparte de nuestra época, algo inesperado desde su origen hasta sus consecuencias tanto a corto, como a medio y largo plazo. Por ende, no podemos olvidar la profundidad con la que la anterior crisis financiera de 2008 atacó a nuestro tejido productivo, que apenas se estaba recuperando de ella.
Sinceramente veo elementos de oportunidad, pero también de riesgo. Como oportunidad, tanto los fondos de origen europeo que bien usados permitirán financiar la recuperación e impulsar el crecimiento futuro del país, como el aprendizaje que tanto a nivel individual como colectivo confío hayamos acumulado para recorrer el futuro que nos aguarda. Como riesgos, la perentoria necesidad de nuestra economía de industrializarse, de formar capital bruto que nos permita acortar aceleradamente el déficit de productividad, escala y finalmente de competitividad que nuestras empresas acusan más que en los países de nuestro entorno. En el trasfondo de todo ello, además, subyace la propia salud de nuestro sistema financiero, cuyos balances y solvencia es enormemente dependiente de la capacidad de repago que necesariamente deben mostrar los proyectos empresariales y los particulares en la salida de esta crisis.
Por otro lado, la escuela mantiene un contacto estrecho con cientos de profesionales y más de 400 empresas colaboradoras, ¿Qué necesidades o carencias tienen y qué están demandando en la actualidad? ¿Qué buscan?
La respuesta tiene todo que ver con la pregunta anterior. Claramente las empresas necesitan innovación en el sentido más tangible de la palabra. La demanda de profesionales en los ámbitos gerenciales, capaces de aportar soluciones cada vez más flexibles ante un entorno enormemente cambiante, y de profesionales en los ámbitos tecnológicos que sean capaces de modernizar y hacer más eficientes los procesos y la utilización de los recursos de las organizaciones de todo perfil, sector y tamaño, es imparable y creciente.
Entonces, ¿Cuál es el perfil profesional que se busca hoy en día? ¿Qué nuevas competencias deben tener los profesionales para dar respuesta a estas carencias y demandas?
Cada vez se buscan perfiles más versátiles y dinámicos, personas con fuertes competencias blandas como pueden ser la autogestión, conciencia de equipo, iniciativa, creatividad, positividad y comunicación, pero desde la inteligencia emocional: personas asertivas, capaces de gestionar emociones y de saber modular el mensaje en función del receptor; y con capacidad de adaptación y de aprendizaje, de mejora continua.
Con respecto a las hard skills, es imprescindible el manejo fluido de idiomas y la tecnología. El resto de los conocimientos técnicos dependerán de cada posición profesional concreta, pero éstos son más fáciles de adquirir. Disponer de tales conocimientos es sólo una condición necesaria: sobresalir al optimizar su uso es la condición suficiente para competir profesionalmente.
¿De qué manera da respuesta IFFE Business School a este contexto o realidad?
En IFFE Business School nos anticipamos a esta evolución y llevamos trabajando estos aspectos desde nuestros inicios. Siempre hemos visto una necesidad de formar desde la realidad empresarial y por ello contamos con profesionales y directivos que nos aportan toda su experiencia y know-how, además en nuestra oferta formativa le damos un peso muy relevante al entrenamiento de las soft skills. Todo profesional puede desarrollar sus habilidades blandas, que requieren entrenamiento y método.
En IFFE hemos desarrollado una metodología propia para ayudar a nuestro alumnado a crecer profesional y personalmente con nuestro Programa de Desarrollo Individual, con nuestros profesionales especializados en el diseño de un itinerario a través del cual se desarrollan todas las competencias adicionales a las técnicas que el mercado demanda.
Un slogan de IFFE Business School es “dIFFErénciate” ¿Qué implica ser dIFFErente? ¿Cómo se diferencia un alumno IFFE?
Ser diferente es querer mejorar la sociedad en la que vivimos, querer dejar como legado un mundo mejor, es nuestro deber. Pero para ello debemos ser differentes: debemos trabajar duro y esforzarnos por hacer mejor las cosas continuamente, trabajar de forma más eficiente cada vez, de forma más colaborativa y humana.
Un estudiante que viva plenamente toda la experiencia IFFE absorbe esta forma de crecer profesionalmente basada en los valores combinados de mejora, trabajo, conocimientos y esfuerzo. Aquellos que realmente consiguen desprenderse de todos los prejuicios y abrirse a nuevos conocimientos, ven que es posible hacer las cosas de forma distinta y aportar un valor añadido diferencial.
Finalmente, estamos saliendo y aterrizando poco a poco en una nueva “normalidad” ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Cómo crees que estaremos en 1 o 2 años?
En apenas una década de vida de nuestra institución, y tras dos crisis históricas a nuestras espaldas, creemos tener la perspectiva que permite ser optimistas. No hay dificultad que tanto a nivel individual como colectivo nos impida avanzar.
La voracidad por aprender que alimenta la formación continua, y los valores comentados con anterioridad para alimentar la ilusión por ser mejores y hacer mejores a nuestros equipos, es lo que permitirá evolucionar nuestros sistemas empresariales, nuestro ecosistema socioeconómico y, en última instancia, nuestras condiciones de vida. Claramente somos optimistas: creemos que tenemos lo necesario para recorrer las oportunidades y los riesgos que se presentan.