La desnaturalización de la toma de decisiones por parte de los agentes socioeconómicos crea desequilibrios e ineficiencia
Una tierra donde el desarrollo no corre a la par de los recursos
Galicia, la tierra que acoge a IFFE, es un lugar prolijo en talento y recursos como muchos otros cuyas sociedades han alcanzado sin embargo un nivel de bienestar sanamente envidiado. Muchos, desde la intuición menos ilustrada, demasiadas veces han atribuido a su periferia geográfica las causas de su periferia económica.
Otros muchos han descansado las razones de nuestro infradesarrollo sólo sobre las acciones exógenas, y no también sobre las omisiones autóctonas. Sirva Galicia como caso base de lo que ocurre en tantas regiones de la Europa contemporánea: la brecha entre su desarrollo social y económico, que en los últimos años además ha tendido a ensancharse.
¿Cuáles son las causas de tal rendición? ¿Qué impide la resilencia de los pueblos, y acucia su saudade? Y, por ende, ¿qué ampara las acusaciones que sin fundamento censuran siquiera tener tal curiosidad?
Aunque estas cuestiones se brindan a todo tipo de disquisiciones, desde el Servicio de Estudios de IFFE hemos querido objetivar dos niveles de hipótesis:
- El conjunto de circunstancias que se materializan en una situación objetiva de déficit relativo de desarrollo socioeconómico medible de un territorio sobre otros territorios a priori comparables, se sintetiza en un factor observable: el desfase temporal entre los inputs y outputs decisionales de los agentes que integran un determinado ámbito económico.
- Siendo esto así, el conjunto de circunstancias que impiden que tal desajuste se reduzca o que lo haga a un ritmo tendente al potencial, se sintetizan en la densidad relativa de la acción de los grupos de interés que actúan en ese determinado ámbito económico.
La historia del pensamiento ejemplifica sobradamente lo que la evidencia acredita empíricamente, y es que el equilibrio entre los grupos de interés existentes en una determinada coyuntura es la foto que ésta exhibe.
¿Significa esto que una sociedad infradesarrollada desea tal status quo para sí? Aunque violente la intuición, la realidad empírica no deja posibilidad a una respuesta negativa.
Ergo, siendo así, ¿qué permite que imperen los grupos de interés conservacionistas de la desigualdad?
Nuestra tesis propuesta es meridiana: la corrupción, entendida como catalizador de la desnaturalización de los comportamientos de los agentes socioeconómicos en su toma de decisiones, generando desequilibrios entre estos que se manifiestan en forma de ineficiencia en el uso de sus recursos.
Indicadores objetivos de las acciones corruptas
¿Cómo entienden nuestros autores la corrupción? Como el conjunto de acciones centrípetas que todos los grupos de interés referidos en la segunda hipótesis operan, de manera no orquestada, impidiendo la aceleración en la reducción del desfase de los tiempos referidos en la hipótesis primera.
No tienen por ello siquiera que ser acciones moralmente subjetibables como reprobables, o malintencionadas. Las calificaremos por los indicadores objetivos de sus efectos. Véase, a modo de ejemplo, la violación consciente de las normas que el cuerpo social se ha dado, el ejercicio del abuso de poder cuando éste ha sido predefinido, la opacidad en la identificación de los comportamientos como corruptos en una suerte de cinismo colectivo inadvertido, o el fomento deliberado de la asimetría de información en entornos sectoriales predispuestos normativamente para la competencia.
Tal es la Galicia de hoy en opinión de nuestros autores. Una Galicia en la que el intercambio de réditos entre inductores de estos comportamientos se basa en un discreto colaboracionismo liderado y amparado por la superesctructura político-administrativa, que participa de las bondades de los comportamientos corruptos de una extensa comunidad de intereses sólidamente arraigada, constriñendo el desarrollo y convergencia de su pueblo.
Comportamientos delictivos que van a más, según las memorias judiciales y la percepción del día a día
Que la corrupción está aumentando en Galicia, como en el resto del Estado, es un hecho objetivable y cuantificable.
La última Memoria Anual de la Fiscalía de Galicia, correspondiente a 2014, señala que este tipo de delitos no ha dejado de aumentar desde al año 2011. Concretamente, los delitos incoados crecieron de 124 en 2011 a 412 en 2014; los calificados pasaron en el mismo período de 28 a 93 y los sentenciados pasaron de 6 a 7.
Llama la atención el bajo volumen de este último grupo y que su evolución interanual, que puede verse en el gráfico, no sea correlativa al incremento que experimentaron los incoados y los calificados. Entre los delitos incoados, los más frecuentes son los de prevaricación administrativa (el 35% del total), seguidos por los de alteración de precios en concursos y subastas (el 31%).
En cuanto a los calificados, con diferencia son los de alteración de precios los más importantes (el 74%). En 2014, por último, se sentenciaron únicamente cuatro casos de blanqueo de capitales y dos de prevaricación administrativa, una circunstancia que tal vez explique la línea creciente que sigue el fenómeno de la corrupción.
Gráfica: Datos referidos a delitos asociados a incoación de procedimientos (delitos incoados), a calificación del Fiscal (delitos calificados) y a sentencias (delitos sentenciados) recogidos por la Fiscalía de Galicia.
Prácticas cotidianas
En una encuesta preliminar realizada entre el personal que conforma IFFE Grupo se ha corroborado el nivel de “cotidianidad” que adquiere el fenómeno de la corrupción. El 94% de los encuestados han detectado en su vida diaria blanqueo de dinero, fraude, malversación, soborno y tráfico de influencias.
El 88% ha constatado alguna extorsión y el 75% colusión. En general, el 76% se ha encontrado alguna vez con un comportamiento que considerase corrupto.
Pese a la aparente normalidad de este tipo de usos, la mayoría los censura: el 70% considera muy poco aceptable declarar datos faltos para obtener beneficios o pasar facturas a tu empresa que no son tuyas; el 94% rechaza totalmente pagar a un funcionario para agilizar un trámite. Otros delitos tienen mayor nivel de aceptación, como contratar un servicio sin factura para ahorrarse el IVA (solo el 23% lo tacha de muy poco aceptable) o ocultar ingresos para pagar menos impuestos (el 64% lo rechaza totalmente). El 70% de los encuestados creen que en los últimos año la corrupción ha aumentado en España y ha disminuido en las empresas. En cuanto a la tendencia que seguirá este fenómeno, el 72% cree que seguirá decreciendo en la empresa y el 55% estima que lo hará en el país. El 86% opina que España es más corrupta que el resto de la Unión Europea.
La encuesta realizada por IFFE Grupo pone de manifiesto también la inexistencia, en general, de protocolos y políticas anticorrupción dentro de las empresas. El 88% cree que las corporaciones no fomentan una cultura transparente con todos sus grupos de interés y la inmensa mayoría señala que no facilitan formación a sus trabajadores sobre estas cuestiones. El 94% considera necesarios los departamentos específicos para gestionar riesgos y temas relacionados con la corrupción y la mayoría, casi el 53%, no conoce ningún mecanismo para denunciar con garantías de confidencialidad.
Si quieres colaborar con nuestro estudio y optar con ello a conocer antes que nadie el detalle de sus resultados, puedes escribirnos a servicioestudios@iffe.es